Dicen los que tienen la fortuna de
encontrarse en las Ventas cuando la plaza no está abierta al público que en las
noches sin luna un reflejo blanco ilumina el ruedo a la altura del lugar donde
se dibuja la segunda raya en los terrenos del diez. El fenómeno sólo es
percibido por los que se hallan en el secreto de la relación que un viejo
torero tenía con ese recodo desde donde solía citar al toro en la distancia, en
sus tardes de gloria. Si además ese día ha habido corrida, a veces se oyen
también sonidos extraños que los descreídos atribuyen al viento de la madrugada
recorriendo tablas y postigos. Los conocedores de la magia del edificio se
colocan donde el maestro tenía aposento al amparo de un jornal televisivo y
desde allí creen sentir ruidos que en ocasiones parecen un simple carraspeo de
fumador empedernido y en otras se resuelven en gritos desaforados que braman "dale
sitio, la muleta plana, la pata alante, pronto y en la mano", y cosas de este
jaez.
Los fenómenos extraños comenzaron poco
tiempo después del fallecimiento del maestro del mechón blanco en el otoño de
2011, cuando los mercaderes del templo impidieron a la afición pasear a hombros
el féretro por el ruedo, ocupados como estaban en prostituir la esencia del
coso con espectáculos ajenos al rito del que Chenel había sido máximo
oficiante. La capilla ardiente ya fue un guirigay impropio de la categoría del
escenario y de la figura que yacía expuesta ante el tumulto de los que pugnaban
por hacerse hueco con el fin de conseguir la foto miserable del cuerpo del
maestro, al que terminaron sacando a hurtadillas por la puerta grande, tan
lejos de la grandeza que merecía el torero que abandonaba su casa por última
vez.
Desde entonces, no siempre ocurre pero
cuando un matador que no ha hecho méritos para traspasar en hombros la puerta
de Madrid, está a punto de colarse camino de la calle de Alcalá, hay quien dice
haber visto la sombra errante de Antoñete recorriendo inquieta los bajos del
siete coincidiendo con el pinchazo que frustra un triunfo espurio. Los amigos
de lo esotérico cuentan que a menudo se escucha un extraño zumbido que se
adueña de la plaza cada vez que las faenas se apartan del toreo fundamental y
los toreros se entretienen en lo que Antonio llamaba morisquetas sin sentido.
Algunos vecinos de la zona notaron un
quejido sordo que pudo sentirse hasta en Manuel Becerra, la mañana en que un
ejército de excavadoras irrumpió en el ruedo y arrasó la mítica panza que tanto
incomodaba a los diestros modernos y que el viejo maestro sabía aprovechar
a su favor, combinando con certeza el conocimiento de pendientes, terrenos y
querencias. Es el mismo quejido que los abonados sienten en su interior cada
tarde mientras contemplan la herrumbre que poco a poco va arruinando la plaza
de sus amores, el manto de incuria que a punto ha estado de clausurar la
temporada venteña si no hubiera sido porque el espíritu de Chenel que sigue
morando en sus rincones, impidió la tropelía. Ya lo hizo cuando los mercaderes
quisieron cubrir la plaza y la carpa circense con que pretendían ensayar la
cubierta definitiva, se hundió de madrugada en extrañas circunstancias.
Dicen los que conocen el secreto que
cuando por fin se desmintió la noticia del cierre, un atardecer en lila
y oro se instaló por encima de los tejadillos de la plaza, a pesar del
mediodía.
No es mi intención spammear, pero el maestro Chenel es una fuente de inspiración para mí y, el otro día, coincidiendo con el centenario de Manolete, publiqué esta entrada en mi blog: https://galleodelbu.blogspot.com.es/2017/07/antonio-chenel-y-manolete-en-las-ventas.html
ResponderEliminarNo quiero parecer maleducado por colocarlo ahí directamente. Un placer.
El placer es mío. Gracias por tu comentario y por tu estupendo blog. Un saludo.
ResponderEliminarEnhorabuena al blogger por este artículo que lleva el aroma del toreo del maestro Chenel
ResponderEliminarAparezco de nuevo por aquí, hablando de nuestro Chenel, para dejarle esta entrada (http://galleodelbu.blogspot.com.es/2017/08/los-dibujos-de-las-ventas.html) y, olvidóseme antaño, notificarle la adhesión de su blog a mi lista de predilectos. No es para menos.
ResponderEliminarGalleo del Bú.
Gracias otra vez, amigo.
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