Cuando la RAE introdujo el término “berlanguiano” en el diccionario,
debiera haber admitido una acepción específica aplicable al guion del “proces”,
pues la campaña para conformar el nuevo parlamento se ha desarrollado como un
plano secuencia cuya puesta en escena hubiera sido preparada por don Luis. En
los papeles estelares del reparto de la farsa, un ministro que recomendaba el
confinamiento para Madrid en septiembre y animó a votar en Cataluña en febrero,
una candidata en cuyo currículum figuraba una imputación por corrupción y la
condición de testaferro de un presidente huido y un vicepresidente de
buena familia vicario de un mártir iluminado, ejemplo paradigmático de cómo la
burguesía catalana se adapta al medio para seguir controlando todos los
resortes del poder.
La película de la república nonata llevaba pendiente de estreno desde
que Artur Mas fue a pedirle a Rajoy una subvención para empezar a rodarla a la
manera vasca y contra todo pronóstico, teniendo tanto en común, el sobrecogedor
mayor del reino y el mago del “tres per cent” no se entendieron. Expulsado del
cupo de cineastas consentidos y hostigado por los tramoyistas radicales que le
afeaban los recortes, el eterno delfín del pujolismo huyó hacia adelante y
montó el rodaje de un proyecto inconcluso cuyo título empezó siendo “Espanya
ens roba” y acabó en la premier de ocho segundos que el sucesor puso en escena
antes de seguir haciendo comedia en Waterloo.
Es poco probable que en este momento alguien coja el testigo de Berlanga
y Azcona y con su sello de amargura amable, retrate de nuevo el panorama
político que se abre tras las elecciones, en el que otra cacería se organiza
desde el gobierno para abatir el veredicto de sedición con las armas del
indulto. Se trata de convertir en cadáver exquisito el supremo esfuerzo de
Marchena por encontrar una condena proporcionada a la reiterada obsesión de los
cabecillas de la revolución de las sonrisas por quebrantar la ley. El tercer grado
concedido a los condenados para que pudieran hacer campaña con la anuencia de
la fiscalía, pasará a la historia de la inveterada querencia hispánica por la
autodestrucción, no en vano el pueblo ha hablado finalmente y ha querido
premiar por activa o por pasiva al gestor de la pandemia, a un preso y a un
fugado.
El presidente Sánchez ya tiene lo que buscaba. Los independentistas vuelven
a interpretar como plebiscito unas elecciones en las que sólo ha votado la
mitad de los catalanes. La pírrica victoria del efecto Illa debilita al
constitucionalismo y fortalece a la ultraderecha para seguir alimentando sin
oposición real, la estrategia de apaciguamiento con los separatistas que probablemente
conducirá a un referéndum pactado. El activista que actúa de vicepresidente se
ha pasado toda la campaña denunciando la existencia de presos políticos en la
democracia de cuyo gobierno forma parte y en pago a los servicios prestados,
recibirá el Goya a la mejor labor de agente doble que se recuerda al servicio
del desprestigio de la nación.
Al final de “La escopeta nacional”, el pagano de la cacería no consigue hacer negocio y los protagonistas del esperpento siguen intentando esquilmar a nuevos primos en las sucesivas entregas de la trilogía. Sigan atentos a sus pantallas.
Si quitamos las autonosuyas, verás cómo hay dinero para sanidad, profesores, policías, investigadores. Menos politiquillos y asesores y menos chiringuitos.
ResponderEliminarCHUSMA POLÍTICA