viernes, 25 de abril de 2014

LOS ENTERRADORES DE LA FIESTA

Después del comunicado conjunto contra la empresa de Sevilla con el que se hicieron presentes al comienzo de esta temporada anunciando su ausencia de la Maestranza, algunos de sus voceros los han bautizado como el G5 del toreo. Hace apenas un año proclamaban a los cuatro vientos su voluntad de hacer gestos que salvaran la decadencia de nuestra desvencijada fiesta, salían tan ternes en los medios afines anunciándose con Miuras y si te he visto no me acuerdo tras la cornada que pospuso el trance sine die, o en encerronas acontecimiento que terminaron en fiasco debido a una intolerable indigencia lidiadora, y ahora nos vienen con éstas. ¿Tan anestesiado está su espíritu crítico que no perciben su evidente responsabilidad en la paulatina desaparición de las señas de identidad que hicieron de la tauromaquia un espectáculo único que ahora se desangra sin remedio a la vez que lo hace la dignidad del toro que lidian? Tras las fallidas gestas, ha quedado al descubierto la verdadera intención de estos trileros del taurinismo que no era otra que consolidar su posición de privilegio, hacerse más ricos de lo que son y en el entretanto, ir dejando la fiesta como un solar en ruinas. 

Para culminar su plan, el G5 del toreo lo tiene todo atado y bien atado. El líder ético del grupo, el Catedrático de Velilla, necesita seguir dictando sucesivas lecciones magistrales de suerte descargada y profundidades en paralelo, sin toro ante el que exponer un alamar. El Émulo de Curro continuará imponiendo las condiciones del albero de la primera plaza del mundo mientras vienen y van camiones de las dehesas para encontrar un toro al fin que se preste a admitir las formas de un diestro que ya sólo torea para Dios. El Camarón de los ruedos nos amenaza con seguir perpetrando fandangos ante sus estilizados toretes mientras se pregunta por qué palo toreará este año para embelesar a la crítica y dejar en el olvido su incapacidad para dominar al toro de casta. El Estilista del circular continuará siendo el ojito derecho de la prensa adicta y en lugar de exigirle a su apoderado que le desvele el secreto del toreo de capa, proseguirá su carrera afianzando su vitola de matador poderoso ante asardinados bureles que ya salen del chiquero sin pujanza que domeñar. Y, en fin, el Maniquí del Postiguet pretenderá seguir encubriendo su falta de afición con la retórica del empaque y no parece estar dispuesto a embraguetarse nunca más con un toro tras la traumática experiencia vivida con un Victorino en aquella tarde sevillana para la historia.
  
Mucho me temo que si semejante tropa gana la batalla, esto se acaba, señores.